MIÉRCOLES 10 DE MAYO DE 2017
Por J M Campo
El bus sale de la Estación de Logroño con 54 Amigos de los Retablos, devora kilómetros de autopista hasta Calahorra y rueda por la LR – 134 entre cultivos que acusan una inoportuna sed primaveral. Pronto descubrimos el caserío arnedano, que se acuesta en el Valle del Cidacos, bajo el amparo de la Peña Isasa.
El Nuevo Cinema, primera sede que visitamos, abre el telón, orgulloso, para ofrecernos el cortometraje VICO BERGMAN, una historia de amor al cine y amor entre jóvenes, que no te puedes perder: la protagonista y los actores están de cine, y los directores se lo han currado de firme; total, que cuando salen las letras, sin darnos cuenta, nuestras manos llenan la sala de aplausos y más de unos ojos permanecen húmedos. De la mano de una guía, amena y experta, disfrutamos de una exposición que va de cine, y de Arnedo, y de un tiempo en el que el cine era mucho, pero que mucho, mucho. El cartelón cinematográfico de VICO BERGMAN, grande, llamativo, espectacular, magnífico reclamo publicitario (Durante la visita recordamos otro cartelón de cine, que salvó su arte efímero de las calles madrileñas, y permanece en la Iglesia de Ojacastro frente al bello retablo renacentista del Abrazo).
Los voluntarios de Arnedo, que ayudan en la Exposición, nos acompañaron, sazonando el camino con sabrosas anécdotas y explicaciones, hasta San Cosme y San Damián, segunda sede que visitamos, que luce espacio remodelado frente a la portada, con nueva escalinata y han llenado de pinturas murales de alegres pájaros, que esconden las feas paredes de las casas que dan a la plaza de la iglesia.
Los voluntarios de Arnedo, que ayudan en la Exposición, nos acompañaron, sazonando el camino con sabrosas anécdotas y explicaciones, hasta San Cosme y San Damián, segunda sede que visitamos, que luce espacio remodelado frente a la portada, con nueva escalinata y han llenado de pinturas murales de alegres pájaros, que esconden las feas paredes de las casas que dan a la plaza de la iglesia.
El audiovisual del retablo de los santos médicos es para verlo y disfrutarlo; genial, y presentado por Cosme y Damián. El relicario de templete de tres pisos ha recuperado, durante la restauración, su aspecto primitivo; pero el Expositor del Santísimo, que al mismo tiempo da cobijo y expone a los Santos de Arnedo, adquiere un nuevo protagonismo al extraerlo de esa inmensa huerta barroca (uvas, hojas de parra, follaje, granadas…), que es el retablo mayor. Da gloria contemplar ese tesorillo de doce pinturas, venido de Amberes en el siglo XVII, salidas de la paleta de Gabriel Franck; pero la Exposición no acaba aquí:
Hay pinturas de Pedro Berruguete y León Picardo, que recrean la escena en trasplantan al enfermo la pierna de un negro… El retablo romanista de San Martín, realizado en Arnedo en el taller de Antonio de Zárraga, y recién restaurado. La sacristía, un lindo espacio arquitectónico, presume de cajonería nogalina y de crucifijos de marfil y de tantos bellos objetos litúrgicos…
En el Restaurante del Hotel Virrey, como siempre, comemos a placer: Menestra y Bacalao a la riojana, regados con vino de la Aldea, postre y café.
Por la tarde nos desplazamos hasta el Polígono Raposal. El Centro Tecnológico del Calzado de La Rioja (CTCR), tercera sede que visitamos, nos esperaba: Un zapato más alto que la más alta del grupo nos dio la bienvenida. La guía nos condujo por un camino fácil y atractivo que explicaba para que todos comprendiéramos el trabajo del Centro Tecnológico. Resultó una visita interesante y agradable. Después las tiendas de calzado de Arnedo rebosaban sus estanterías con zapatos, deportivas, sandalias… a precios muy atractivos; así que Carlos se compró unos Callaghan, Marisa se llevó unos Fluchos para su marido, Manolita compró unos Gorila para su nieto, Diego adquirió unas Chirucas para caminar por el monte…
Felicidades a cuantas personas e instituciones han trabajado para hacer posible esta Rioja Tierra Abierta ARNEDO 2017.
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